lunes, enero 28, 2008

RÉQUIEM AETERNAM DEO. Sobre la noción del dios occidental

"¿Será el hombre una equivocación de dios? ¿O dios una equivocación del hombre?"
Friedrich Nietzsche


Ser personal y superior al humano. El supremo existente, fundamento absoluto del mundo concebido como totalidad de los seres multiformes[1]. Miles de características le son atribuidas. Sobre “él” existen discursos oficiales y personales, por ello podría afirmar que dios fue hecho a imagen y semejanza de cada individuo y no del colectivo “humanidad”, sin embargo manipulado por las clases dominantes.

Si se realiza un análisis desde la antropología se puede comprobar que la idea de dios es de reciente formación, hace aproximadamente “unos 30.000 años dios aún no existía, pero la especie humana llevaba ya más de dos millones de años enfrentándose sola a su destino en un planeta inhóspito; sobreviviendo y muriendo en medio de la total indiferencia del universo. Unos 90.000 años atrás, una parte de la humanidad de entonces comenzó a albergar esperanzas acerca de una hipotética supervivencia después de la muerte, pero la idea de la posible existencia de algún dios parece que fue aún algo desconocido hasta hace 30 milenios y, en cualquier caso, su imagen, funciones y características fueron las de una mujer todopoderosa. La concepción de un dios masculino creador/controlador –tal como es imaginado aún por la humanidad actual- no comenzó a formalizarse hasta el III milenio adne. y no pudo implantarse definitivamente hasta el milenio siguiente (Rodríguez, 2002:5)

Desde de mi perspectiva el “Dios” –con mayúscula-, el ser-creador-padre, esa entidad voyeurista, no existe, y nunca existió, no hay prueba alguna –real o palpable- de su existencia, que no sea a través de la fe. Lo que ha existido en la historia reciente de la humanidad es el dios –con minúscula- conceptual, el dios-discurso, que en última instancia es manipulado por las clases dominantes (Con ello se cumple el principio de que dios no es conocimiento cierto o episteme, es doxa). Por ello, afirmo que la noción de dios es una “idea cínica divinizada”. Una idea totalizante, que no admite iguales, ni superiores a ella, elaborada por las clases dominantes para el control y la mayor acumulación de poder y riqueza.

A partir de este punto se puede encontrar en la noción de dios, un tipo de inversión epistémica. Como se apuntó anteriormente la idea de una entidad divina voyeurista es de reciente formación en la historia de la creación del universo, surge gracias al desarrollo del lenguaje que alcanzan las especies antropoides, sin ese desarrollo lingüístico es probable que nunca hubiera surgido la idea de un dios (terrible defecto de la comunicación). Con el pasar del tiempo la idea de dios llega a ser utilizada por las clases dominantes, y con ello se llega a afirmar que es dios el creador del universo y ello es indiscutible. Todo aquel que lo cuestione es personae non grata en este planeta[2].

“Dios es siempre el aliado de los dominadores. Cuando estos últimos, que siempre son personalidades reales, se ven expuestos a la crítica pueden apoyarse en Dios, en virtud de su irrealidad, se limita a desdeñar la crítica y con su autoridad confirma la autoridad de la clase dominante” (Fromm, 1984:21)

Por ejemplo, en sistemas capitalistas la religión es utilizada para “impedir la creación de una conciencia de clase en los obreros o en los campesinos… las instituciones religiosas son utilizadas… como se utiliza también el arte, la filosofía, y todos los aparatos ideológicos” (Houtart, 2006:75).

En última instancia el culto a ese dios desempeña una triple función: “para toda la humanidad, consuelo por las privaciones que impone la vida; para la gran mayoría de los hombres, estímulo para aceptar emocionalmente su situación de clase; y para la minoría dominante, alivio para los sentimientos de culpa causados por el sufrimiento de aquellos a quienes oprime” (Fromm, 1984: 26)

Analizando la noción de dios, nos encontramos con un “principio dicotómico”, la eterna lucha entre el bien y el mal, ambas ideas encarnadas en un dios todo bondad y su archienemigo, un demonio, que va a representar todo pecado, es decir, todo lo carnal, lo mundano, en última instancia, todo instinto natural de sobrevivencia. Dicotomía necesaria para resaltar la “descendencia divina” de los humanos, en especial de toda clase aristocrática, eliminando los rasgos animales que aun conserva la especie y que le serán atribuidas a toda sociedad “barbárica” no europeo/occidental y cristiana.

Nietzsche analiza ese principio dicotómico de la noción de “dios” en su libro el Anticristo, donde afirma que “un pueblo que conserva la fe en sí mismo, tiene también un dios que le pertenece. En ese dios admira y adora las condiciones que le han hecho triunfar, sus virtudes; proyecta la sensación del placer que se causa a sí mismo y el sentimiento de su poder, en un ser al que puede dar gracias por ello”. “el hombre esta agradecido consigo mismo y por eso necesita un dios que le pueda ayudar y dañar, que sea amigo y enemigo, a quien se admira en lo bueno y se respeta y teme en lo malo. Esto hace indeseable la castración antinatural de un dios, que lo convierte en dios del bien únicamente. Es necesario el dios malo complemento del dios bueno” (Aforismo XVI)… “El Dios bueno y el demonio son productos de la decadencia” (Aforismo XVII).

Es interesante la noción de Satán que plantea Antón Szandor LaVey en la Biblia Satánica, donde afirma que “Satán ha sido, con toda seguridad, el mejor amigo que la Iglesia jamás haya tenido, ya que él la ha mantenido en el negocio todos estos años. La falsa doctrina del Infierno y del Diablo ha permitido a las Iglesias protestantes y católicas prosperar durante demasiado tiempo. Sin un diablo al cual acusar, los religiosos no tendrían con qué amenazar y amedrentar a sus seguidores. A guisa de advertencia, dicen. Satán te guía a la tentación; Satán es el príncipe del mal; Satán es maligno, cruel, brutal… Si cedes a las tentaciones del diablo seguramente sufrirás condenación eterna y te asarás en el Infierno… (LaVey, 1969: 55)

El significado semántico de Satán que “es el de adversario u oposición o el de acusador. Satán representa oposición a todo las religiones que sirven para frustrar y condenar al hombre por sus instintos naturales. Le ha sido dado el papel de malo simplemente porque representa los aspectos carnales, terrenales, y mundanos de vida” (LaVey, 1969: 55)

Otro de los elementos que se encuentran en la noción del dios occidental, es la posibilidad de cuantificarlo (he aquí el fundamento cuantitativo de lo real). Desde la doxa que impera en la religión se afirma que “dios es real porque todo es creación suya”; “basta mirar a todos y todo para comprobar la existencia de dios”. Por ello se podría estudiar la noción de dios desde la teoría de los conjuntos, que también nos permite comprobar el fundamento dicotómico de la de dios. Dios es un conjunto absoluto; todo pertenece a ese conjunto. Se podría afirmar que el universo es un subconjunto del conjunto absoluto (El universo es creación de “Dios”, por ello le pertenece), este subconjunto posee elementos, que en última instancia pertenecen al conjunto absoluto -Los planetas, los seres vivos, las plantas, hasta los sentimientos, las acciones, todo ello son elementos del universo, en última instancia también pertenecen a dios-. Sin embargo esos elementos por ejemplo la belleza, lo bueno, etc, le serían atributos al conjunto absoluto dios, pero los elementos como la maldad, lo feo, “todo lo negativo” le será atribuido a un ser divino que es toda oposición, el demonio. Pero al ser dios un conjunto absoluto, totalizante, en última instancia, dios es Satán. Sin embargo, en las contradicciones lógicas de la noción de dios, es donde reside la fuerza –y la debilidad- de toda religión.

Tras realizarse la inversión epistémica por parte de las clases dominantes, y al separar la noción de dios de la noción del demonio y por último al cuantificar la noción de dios como un conjunto absoluto, es decir todos pertenecemos a él, la clase dominante desarrolla la primacía de la idea: Dios al ser el creador del todo, es por lo tanto, amo y señor de ello, no hay nadie sobre él, igual a él, o aspirante a ser como él. Él dicta sus mandamientos y sus prohibiciones a las clases dominantes, que se encuentran cerca de él, para que ellos lo divulguen a los desdichados súbditos. Por todo ello, podría afirmar que la voluntad de dios es la ambición de la clase dominante. “En el nombre de dios, de cualquier dios, se han hecho, hacen y harán las más gloriosas heroicidades, pero también las fechorías y masacres más atroces y execrables” (Rodríguez, 2002: 7).

A modo de conclusión, y que se encuentra a lo largo de este trabajo, es que la noción de dios no es más que un invento, una idea cínica divinizada, desarrollada por las clases dominantes para tener el control absoluto y mantenerse como casta privilegiada. Por ejemplo en la Alemania nazi, la iglesia evangélica hacia honor, en la declaración de Godesberg, en el punto primero, párrafo segundo, a “un orden querido por Dios y existente en el estado”. Exhortaba a sus miembros a “prestar servicio fiel a ese orden y les llama a que se inserten en total entrega en la obra de construcción política y nacional de Führer” (Abendroth, 1973:151). Es por lo tanto, parte de una estructura panóptica que busca el sometimiento de todos hacia una minoría que dentro de los dogmas que ella misma crea busca el alivio del sufrimiento que ella misma provoca.

“¿Qué son estas iglesias sino las tumbas y los monumentos funerarios de Dios?”
Friedrich Nietzsche

Referencias

Abendroth, W. 1973. Sociedad Antagónica y Democracia Política. Barcelona: Colección “Teoría y Realidad” Ediciones Grijalbo.

Fromm, E. 1984. El Dogma de Cristo. Trad. Steenks, G. Barcelona: Ediciones Paidós.

Houtart, F. 2006. Sociología de la Religión. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

LaVey, A. 1969. The Satanic Bible. New York: Avon Books.

Nietzsche, F. 1999. El Anticristo. Trad. Eidelstein, E. Barcelona: Edicomunicación.

Rodríguez, P. 2002. Dios Nació Mujer. 4ª ed. Barcelona: Ediciones B.
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[1] Enciclopedia Textual Permanente Salvat. 1997. Multimedia. Salvat Editores.
[2] Es interesante la cita de Stepehen Hawking que realiza Pepe Rodríguez en su libro Dios Nació Mujer, en la que recuerda “una afirmación lanzada por el papa Juan Pablo II, ante una reunión de cosmólogos, cuando conminó a estudiar la evolución del universo después del Big Bang, pero sin entrar a investigar en el mismo Big Bang ya que ése era el momento de la Creación y, por tanto, tarea de dios –objeto de la teología, no de la ciencia-“. “A lo que Rodríguez concluye que si el big Bang realiza el trabajo creador de dios, éste pierde todo su sentido y función, es decir deja de existir científicamente” (2000: 11)

1 comentario:

César B. dijo...

Buen artículo. Acertado citar a Nietzsche.

Saludos

César B.
http://mentisliber.blogspot.com/